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Fueron los mejores en el Concurso Metropolitano de Tango de Salón organizado en el marco del Festival Buenos Aires Tango. Tienen 70 y 76 años y han fatigado todas las pistas de la milonga porteña.
Laura Falcoff
Sin ánimo de hacer gala de una humildad que no tienen razones para sostener, el matrimonio Filippini entiende la justicia del premio que recibieron el domingo por la noche en el estadio Obras: primer lugar en el II Campeonato Metropolitano de Tango de Salón. La veterana pareja —ella, 70; él, cerca de cumplir 77— no fue sólo un ejemplo singular de fina musicalidad, porte y dominio de la pista. Los Filippni también representan y encarnan una noble tradición, la del tantas veces citado estilo de baile que se forjó al calor de la década del 40.
La temprana entrevista mañanera, posterior a la noche del triunfo, los encuentra con pocas horas de sueño en su casa del barrio de Munro, una construcción típicamente suburbana: al frente un local comercial —la inmobiliaria que es propiedad del señor Filippini—; hacia atrás, una larga galería cubierta que desemboca en el patio; al lado, las habitaciones que fueron sumándose poco a poco a lo largo de los años. Su propio dormitorio es un museo privado que atesora innumerables medallas, copas, fotos y diplomas, pruebas de sus éxitos como bailarines aficionados.
Los Filippini son ampliamente conocidos en los círculos tangueros como Lidia y Lito. "No me llamo Delia Luisa como a lo mejor vio que estoy anotada; mi verdadero nombre es Lidia Delia. A mi marido nadie lo conoce como Aurelio Raúl; somos Lidia y Lito, Lidia y Lito Filippini; así figuramos en todos los diplomas y premios que recibimos".
Los Filippini tienen dos hijas; la mayor, de treinta y seis años; la menor, de treinta y dos, es a todas luces un motivo de orgullo para los padres. "Ahora vive en México y baila profesionalmente rap" —dice Lito—. "Salsa", corrige Lidia.
Por la galería de la casa se extiende el taller de costura de la señora Filippini, los percheros colmados de vestidos fantasía que ella diseña y cose. "Soy modelista; me dedico a diseñar y coser. Viene una clienta y me dice: qué me puedo poner, tengo un casamiento. Le miro la cara, el cabello y después le hago un bosquejo... De acá han salido incluso vestidos de novia. "
Lito: Corta el género a la mañana y a la noche ya lo tiene listo para ir a bailar.
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