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La compañera de baile

Qué importancia real tiene la compañera de baile en el tango, por mejor que sea el bailarín, aunque conozca todos los secretos de la danza, sino tiene una mujer completa en el arte de acompañarlo, no puede comunicar el mensaje tanguero a la vista de los demás. Bailará, pero sin decir elocuente, bailará sin trasmisión emotiva, sin comunicar nada, bailará paseando las formas huecas y vacías de la danza.
Pero sí la que comparte su baile, adorna los movimientos, se desliza con exactitud matemática, conjuga los fraseos, gira, pica, amontona sensaciones. Se presenta desplazándose con una elegancia natural que raya en la perfección, comparte la comunicación, agregándole una dosis de emoción y teatralidad para hacer de la pareja una fuerza representativa de belleza y arte.
Es cuando el tango danza gana altura y el duelo se materializa en tal forma, que se hacen imprescindibles, el uno para el otro, fundiéndose en una sola persona a la vista del espectador.
En el desarrollo de la danza, es la que fabrica, los arabescos, los adornos, y todos los movimientos que embellecen al tango, raras veces los hace el bailarín.
Las verdaderas bailarinas tienen el sexto sentido desarrollado para ejecutar cualquier movimiento en las equivocaciones, cubriendo el equívoco sobre la marcha, sin que el espectador pueda determinar si lo hubo.
Es la parte más importante de la pareja porque tiene que acompañar los movimientos que algunas veces crea el bailarín sobre la marcha y alcanza la máxima expresión cuando es “ecuable” es decir cuando camina los mismos espacios, con la exacta noción del cuerpo y el tiempo.
Como el tango, no tiene patrón, ni coreografía determinada, la bailarina tiene que intuir el movimiento que ejecuta el bailarín y acompañarlo con exactitud y sin esfuerzo aparente.
Mucho tiempo después de aprender a bailar tiene que pasar un período para adquirir una expresión de madurez, hay que practicar constantemente, para lograr que conjuguen cadencia con ritmo, elegancia con gracia, elementos fundamentales para lograr cumbres en la danza.
Dejemos aquellas bailarinas de raza que los dioses le otorgaron todas las condiciones naturales para destacarse, pero igual tienen que trabajar entrenándose.
Sin embargo, el tango no le dio la importancia que en realidad tiene.


Carlos Alberto Estévez (Petróleo)

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