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Para hacer un tango-danza perfecto, un tango ideal, que se acerque a la belleza donde todas sus formas sean equilibradas y trasmita el mensaje en toda su extensión, me pregunto cómo haría, ya que no hay ninguna coreografía definida que establezca normas al respecto.
Se tomaría la manera de danzar de los grandes bailarines de todos los tiempos. Extrayendo de su baila lo mejor de cada uno, para aplicarlo como modelo, para el prototipo a crearse:
Del (Cachafaz) B. Bianquet: Su parada y su decir.
Del (Mocho) B. Undurz: Su elegancia y su ortodoxia.
Del (Gallego) J. Mendez: Su velocidad y su canyengue.
Del (Vazquito) Jorrare: Su caminar y su emoción.
Con todas estas virtudes se podría lograr, hace alrededor de cien años en la danza de nuestro tango y todavía no hemos logrado un bailarín, que conjugue, todas estas condiciones.
Sin embargo, no pierdo la esperanza. Espero que las generaciones futuras, cuando analicen todos los movimientos realizados hasta el presente, tomen y elijan los mejores. Para gestar un tango-danza, superior al bailado hasta el presente.
Para tratar de poder trasladar el mensaje con toda su plenitud. Aparte de ejecutar las mejores figuras, caminar con garbo inigualado, transmitir las emociones que contiene la toma y darle un colorido interpretativo, que vuelca y comunica el músico en el momento de ejecutarlo. Porque hay que posesionarse de la fuerza interna, que nos transmite el tango en el preciso momento de ponernos a bailar. Hay que concentrarse al infinito, abandonando todos los exteriores que pueden perturbar la entrega. Infiltrándose en el mismo fondo de la danza, para poder mostrar el secreto indescifrable que contiene.
Sin la traslación que nos lleva la música, y la posición real de todos los elementos psíquicos que Influyen en nuestra sensibilidad. Para poder realizar ese conjunto de movimientos que se denominan coreografía. Así le damos fuerza y expresión a esos sonidos que oímos en tiempo de tango.
Así buscamos la danza perfecta, el colorido y los matices exactos al pintar la tela del ensueño, la manera sublime de expresarse.
Así llegamos al tango justo, al tango superior, al tango cumbre, al que solamente podamos volcar la cuota de corazón necesaria, para hacerlo conmovedor y humano.
Si las filigranas, los arabescos, los cortes, le dan un tinte original, eso no es definitivo. Solamente la transcripción exacta del motivo del tema, llevado por la mano, por el arte del bailarín, que lo troca en belleza o interpretación y comunica el mensaje en toda su extensión.
La más difícil danza del mundo, no tiene patrón coreográfico, ahora hace una incursión a la alta academia. porque los bailarines de escuela ahora danzan tango clásico (con música de Piazzola) y le adosaron una coreografía de John Clifford, así tornamos todos los caminos, para poder llegar algún día a la ansiada meta.


Carlos Alberto Estévez (Petróleo)

 

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